T2 - #7 Hacer de mi casa un hogar
¿Cómo nos llevamos con el lugar en el que más tiempo pasamos? Foto por @fendromena
De: Emilia
Hola, amiga. ¿Cómo estás?
Hoy te escribo tempranito porque a las once tengo una reunión con Beba y Publicitarias por una campaña que estamos armando para el #3J y mi plan es dedicar el resto del día a descansar, aunque pareciera que al menos por una semana más esto del descanso va a estar complicado. Por suerte mañana a la noche tenemos nuestro programa en Twitch que, confieso, estaría funcionando como mi subidón de serotonina semanal.
¿Habrá algo más lindo que los sábados a la mañana? Es como si el tiempo corriera más fácil, viste. Ya lavé los platos y cambié las sábanas. Estoy contenta porque me compré un secaplatos negro re lindo y mi cocina va quedando cada vez más ordenada. También me instalaron un mueble bajo mesada y el lunes vienen a ponerme unos estantes. Aparte hace poco tuve que cambiar la heladera (me desperté y estaba el motor fundido, ok, no quiero hablar de eso) y la nueva que tengo es de esas color gris que hacen lucir todo más delicado y moderno.
Qué peleada que estuve con mi casa, eh. Cómo la sufrí. Después de tantos meses, quizás años, de vivir en otro lado, de volver y querer irme todo el tiempo, de dudar y posponer refacciones, en enero finalmente arriesgué y jugué todas mis cartas: cambié pisos, pinté todos los ambientes, reinstalé el termotanque, moví el aire acondicionado, tiré abajo un armario lleno de humedad y cambié una ventana.
Llevar adelante una obra con poca guía y presupuesto no fue nada fácil. Intentaron verme la cara de pendeja boluda varias veces y tuve que discutir bastante por algunas cosas, lo cual me hacía sentir muy frustrada y con ganas de mandar todo a la mierda a cada rato. Pero ahora, mirando en retrospectiva, sin dudas estoy muy orgullosa de la decisión que tomé y agradezco a quienes me acompañaron en el proceso.
Mi mamá siempre me dijo que las cosas hay que terminarlas. Paradójicamente, quizás como una expresión de rebeldía a ciertos mandatos, la constancia en las cosas es algo que siempre me costó. Igual ahora que cambié el colchón, moví muebles, sumé plantas, ¡y hasta me compré un ridículo trapeador con spray para limpiar los pisos!, siento una satisfacción muy grande. Como si estuviera cerrando un ciclo. En esta casa sufrí como nunca en mi vida y viví cosas que me marcaron para siempre. Durante muchísimo tiempo quise escapar a toda costa de ella, más allá del grandísimo privilegio de no tener que pagar alquiler pues propiedad familiar. Pero no importa a donde vayas, las cosas siempre se van con vos.
Abrazar mi historia y hacer de mi casa un hogar, fue ponerle el pecho al dolor y decirle: “ya está, de acá no pasas, ahora este es mi lugar seguro”. Fue cambiar la perspectiva. Aceptar que esta casa de la que tanto intenté escapar -como si ella me hubiera hecho algo o tuviera la culpa de lo que viví acá- también fue mi refugio. Y sin dudas, la única y mejor testigo de todo mi crecimiento.
Es más, ¿querés que me vaya al carajo en cursi? Yo no sé si te conté, pero durante unos pocos años mi abuela vivió acá. Me acuerdo que yo tenía unos cuatro años y flasheaba mucho con cómo se veía la ciudad desde este piso 12, al igual que Valen y Juani cada vez que vienen a jugar acá. A veces cuando algún recuerdo triste me acecha, trato de ir a la foto de aquellos años merendando yogurt firme con ella.
Yo no sé cuánto tiempo más vaya a disfrutar de esta casa. De hecho cada compra o arreglo “innecesario” que hago, mi vieja me dice que no gaste si total en poco tiempo me voy. Y sí, es cierto, el tiempo pasa y mis planes en el exterior están más cerca de lo que pensé y pude procesar. Pero qué sé yo… por ahora sigo acá, y creo que cada nuevo día que amanezca en esta casa merezco vivirlo de la mejor manera posible. Me gusta pensar que por cada pequeña cosa que arreglo, una parte de mi se aliviana y deja espacio para lo nuevo.
¿Me contás cómo te sentís vos con tu casita? ¿Cambió tu forma de verla durante este año de estar las 24 horas adentro?
PD: EL LUNES TAMBIÉN LLEGA MI NUEVA BIBLIOTECA ESCRITORIO AKLSAJSLKAJKLA ESTOY MUY EMOCIONADA MIRÁ LO HERMOSA QUE ESTÁ QUEDANDO
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De: Cinthia
Amiga, admiro un montón tu prolijidad y todo el detalle. Me pasa lo mismo con otres amigues que tienen casa propia, decoran y dedican un montón de tiempo a darle amor a sus casas. Me fascina ver la pasión con la que lo hacen, admirable, me gustaría que eso fuese contagioso.
Hoy me desperté y pensé: tengo que sahumar mi casa porque está muy pesada la energía. Creo que gasto más plata en hierbitas, velas y brumitas, que en cualquier otra cosa. Me gusta un poco pensar que esto en algún momento se va a terminar.
Ni bien empezó la pandemia supongo que fui un poco visionaria, me compré una biblioteca y un escritorio. Si no hubiese tenido que trabajar desde casa no lo hubiese pensado. Me pareció que no podía trabajar en la mesa de la cocina y sentada en esas sillas eames que compré para sentarme en algún momento del día, o en el sillón. La cama no es para trabajar, así que necesitaba otro espacio. No me compré un escritorio tan lindo como el tuyo, de hecho me compré un escritorio absolutamente barato que me dije: "Cinthia, este es tu momento para pintarlo" y en realidad sólo lo barnicé con muy poco cariño.
Me cuesta mucho detenerme en los detalles. Digo, entre pensar cómo colgar los cuadritos que tengo pendientes, prefiero tirarme a dormir una siesta o ver una peli.
Igual tengo momentos, ¿viste? No sé si te pasó -pero supongo que esto nos pasó a la mayoría-, yo no planificaba mi casa como un lugar donde iba a estar todo el día. De hecho, lo planifiqué como un lugar digno para dormir, bañarse y cocinar cuando tuviese ganas. Más o menos cómodo para ese día cada quince días que hubiese tenido home office. Con un balcón tranqui para sentarme con alguien a tomar algo.
Pero supongo que no todo se puede planificar, eso me destruye un poco, como sabrás, pero lidio con que eso de alguna manera me deje seguir haciendo.
Por ahora no tengo muchos planes con respecto a mi casa. Me gusta así como está. Esta no será mi casa para siempre, ni es mía, pero hay algo de tener que mudarme en algún momento que me gusta, no lo pensé mucho aún, pero es un sentimiento que me hace sentir bien. Viví siempre en la misma casa hasta los 21 años y siempre dormí en el mismo cuarto, hay algo de ese recuerdo de estar mucho tiempo en un solo lugar que me sofoca un poco. Contrario a mi sentimiento de planificar todo, me gusta no saber qué viene después, porque es como si pudiese venir cualquier cosa.
En realidad, sí tengo un plan (para variar): tener menos. Siento que acumulé muchas cosas. Me disgusta mucho eso. Así que estoy poniendo en una caja libros, ropa y algunos objetos de los que me quiero desprender. No porque no me gusten, hay libros que me encantan, pero ver tanta acumulación me destruye y seguro hay alguien a quien le venga mejor, ya tengo una Kindle que entra en un cajón y ahí puedo acumular un montón de libros.
Cuando salió todo el tema Marie Kondo, me acuerdo que vi un capítulo y dije bueno, tampoco soy así, sino creo que la angustia me taparía aún más. Pero hay otro documental en Netflix (qué desgracia, me acabo de fijar para linkearlo pero hay DOS AHORA) bueno, seguro están interesantes los dos que hablan sobre el Minimalismo y el poder vivir con pocas cosas. Siempre lo pienso: ¿por qué tengo 6 vasos si solo vivo yo en esta casa? Y me respondo: porque puede venir gente, porque se te pueden romper. Pero jamás invitaría a cinco personas a mi monoambiente. Entonces, ¿para qué? Y así con todo lo que tengo. No sé como explicar cómo me siento en un espacio lleno de cosas, pero supongo que ese sentimiento de sofocación de antes grafica bastante.
Definitivamente mi casa se volvió mi hogar. Mi pared está llena de post its, hay muchos platitos donde poner velas, hay cuadernos y lapiceras por todos lados y me doy cuenta que apesta a sándalo (que a mi me encanta). Sueño con un mundo más tecnológico, donde todo entre en algún tipo de cajita pequeña y te puedas mudar con eso. Creo que eso me daría muchísima felicidad.