De: Emilia
Amiga, este es mi último mail al menos por un tiempo.
Tengo ganas de abrazarte, de agradecerte todo este acompañamiento con toda la fuerza que mis brazos fueran capaces de desprender. Maldito contexto que me obliga a conformarme con invitarte un café y mantener la distancia.
El DNU presidencial llegó a su fin y aunque quisiera no puedo darme el lujo de seguir escribiéndote todos los días. Capaz nuestros lectores nos ven muy frescas y transparentes, pero algún que otro mail me ha costado llanto, dudas y arrepentimiento. No es fácil escribir desde la exposición.
Apenas anunciaron esta nueva cuarentena estricta pensamos que algo teníamos que hacer, que teníamos que estar ahí, acompañando. Y qué onda si nos comíamos el flash de volver por nueve días. Y contra todo plan y toda estrategia, lo hicimos.
Pero esto no se trata solamente de escribir. Atrás de este proyecto hay procesos de diseño, gestión de plataformas de mailing, contenido en redes sociales, ideación de temáticas, edición y curaduría fotográfica. Todo lleva tiempo y laburo. Tuvimos un equipo que nos bancó en la intensidad y somos realmente muy afortunadas.
Detrás de esto, sobre todo, hay dos personas. Dos personas que coinciden en la necesidad de generar conversación sobre temas de los que no se están hablando, o al menos de la manera que muy pocos se atreven. Dos personas que confían en el valor de su palabra, pero que saben que todo tiene un costo y que nada les pasa por al lado.
En uno de nuestros primeros mails dije que “no son tiempos para ser cruel” y seguramente, en algún que otro mail que después escribí un poco más cansada y confundida por los efectos emocionales de este contexto, lo haya sido. Qué dolor cuando te das cuenta de que fuiste en contra de lo que pregonaste.
Hay que saber habitar la contradicción, claro, pero también es necesario contar con más tiempo para poder masticar mejor algunas experiencias que queremos desarmar y compartir. Vos me decís que tengo que dejar de ser tan dura conmigo misma, que soy demasiado autocrítica, y lo sé. Pero no puedo dejar de estar en cada detalle y creo que esa es la gran diferencia en todo lo que hago.
Me gustó el desafío que nos pusimos. Me encanta este paquete de nueve mails que hoy es nuestra segunda temporada. Pero, ¿qué te parece si nos tomamos un tiempo para repensar cómo seguir? ¿Pensaste qué cosas podríamos seguir haciendo juntas y de qué manera?
Te quiero amiguita.
Qué lindo lo que somos y lo que sigamos haciendo.
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De: Cinthia
Ha llegado el fin.
Ah, re críptica, igual sí. Hubo un momento de la semana pasada donde sentí que los nueve días no se pasaban más, pero hoy pienso en lo rápido que pasaron. A veces siento que escribirte abre una especie de vórtice espacio/temporal y de alguna manera el tiempo pasa distinto cuando te escribo. Después, como decís, es toda una vorágine de procesos de trabajo -que amo un montón: procesos nunca cambien, tkm- y accionar.
Algo que me pasó hace unos meses fue darme cuenta y sentir muy de cerca -por no decir sobre mi cabeza pisandome- la opresión de la que todes hablan, de la sistemática, de la que yo también hablo. Esa opresión que vivo por ser gorda y lesbiana, y por haber sufrido violencia durante muchos años de mi vida. La sentí porque me di cuenta de que no importa todo lo que haga, nunca voy a poder llegar al estereotipo que tengo en la cabeza y que tengo que ser lo que a mí me parece, claro.
Muchas semanas estuve enojada, triste, angustiada, sintiendo que nada valió la pena. Pero a veces, si presto mucha atención, me doy cuenta de cómo pasa algo en mi vida que resignifica todo. Esa "señal" que una espera cuando está todo mal para seguir, para saber si está en el "camino correcto". Por eso siento que no tenés que ser tan dura con vos misma -aunque yo lo sea conmigo- porque creo que todes nos equivocamos, y siempre hay una instancia de disculpas si es necesario. Aunque sea simbólica.
Supongo que este email -este espacio- es esa señal. Porque además de mandarte un email también pienso un montón sobre algo y siempre llego a una conclusión copada, aunque esa conclusión sea, "che, estoy demente". Me ayuda tener otra perspectiva, la tuya, y saber que, como dijiste ayer, hay alguien que está dispuesta a escuchar y a pensar bien de mí. Tal vez esa sea tu virtud más destacable, para mí, junto con la paciencia.
Cada tanto le doy un lugarcito en mi mente a les haters, a esa gente que no tiene otra cosa que hacer -parece- que criticar lo que hago. Me hace bien llegar a la conclusión de que al menos estoy haciendo algo, alimentando esa necesidad que siento de poder hacer en pos de un bien común. No me pasa por al lado absolutamente nada de todo esto que decimos. Me atraviesa y algunas cosas me dejan aturdida, como un comentario que leí ayer antes de irme a dormir: "acompaña y salva" cuando por ahí yo creo que solo estoy haciendo catarsis con vos porque no me entró la olla en la alacena.
Así que, si bien este es nuestro último intercambio, vamos a volver de otra forma. Vamos a encontrar la forma de estar, de seguir acompañando. De ampliar experiencias, porque ya sabemos que lo personal es político y es acá desde donde se puede empezar a trazar estrategias sobre algunos temas que no vemos que se hablen por ahí y que nos afectan. Afectan nuestro bienestar. Claramente hay algo que tiene que cambiar en la forma en la que abordamos algunas temáticas, ¿no?
Te quiero mucho, gracias por siempre creer en mí y decírmelo cada tanto. A veces tengo la sensación de que las personas piensan que no necesito que me lo digan, pero todes necesitamos un recordatorio cada tanto, y para mí ese recordatorio sos vos.