De: Cinthia (@cgdalama)
Ni sé cómo empezar a escribir este mail porque es un BALANCE de mi año y no sé si quiero repasar todo. Así que voy a fingir demencia y aplicar el concepto de memoria selectiva que tanto me gusta.
Empezaría porque este año estuve internada por primera vez en mi vida, tuve covid.La verdad es que fue en las mejores condiciones porque fue en enero, pero haber estado seis días sin salir de una habitación me hizo bastante mal, sin contar las secuelas + el tratamiento. Estimo que debería celebrar estar viva, pero tampoco es que me parezca la gran cosa. Igual, cuidense, y cuiden a les otres.
También conseguí un nuevo trabajo. Esto pasó hace un mes y fue muy liberador. No sé si te pasó alguna vez de darte cuenta de que te merecés algo mucho mejor de lo que tenías. Ni quiero empezar a hablar del abuso emocional que ejercen las personas en espacios de poder y la violencia económica... así que seré selectiva y diré que ahora tengo un trabajo justo. Algo que sí creo que merece ser celebrado porque, bueno, el contexto.
No es que no me hayan pasado otras cosas durante el año, pero me parecen poco relevantes en este balance que decido hacer con criterios random.
Este año se me pasó volando y lo siento más raro que el año pasado. Seguimos en una pandemia y un poco empecé a hacer de cuenta que no, por más que lleve mi barbijo a todos lados y me lave compulsivamente las manos. Pretender que todo volvió a la normalidad parece ser más fácil que lidiar con la necesidad de reconstruir o regenerar vínculos.
Ya escribimos sobre cómo nos pegó el aislamiento y haber atravesado una situación de violencia. También le dimos forma a algunas situaciones vividas para pensar en estrategias de contención posteriores a la violencia, pero creo que nunca te conté que todavía sigo inmersa en dinámicas violentas. Me hago la fuerte o mejor dicho la superada porque son microviolencias (o así las veo yo) y las sé manejar. Es súper peligroso cuando te acostumbras a dinámicas que te hacen mal.
Si tuviera que dibujar 2019, 2020 y 2021 sería yo con una mochila. En el 2019 estaba llenísima y yo casi tirada en el piso; en 2020, yo sentada con la mochila al lado, sacando cosas y tirándolas; y en 2021 poniéndomela y sacándomela para seguir tirando cosas: absolutamente agotador. De a ratos pienso que así debe ser vivir cuando tenés más o menos 30 y te valés por vos misme: tener que tirar cada tanto algunas cosas que nos duelen o ya no nos funcionan. Pero también me da bronca tener que tirar y no poder arreglar las cosas o generar consensos que resulten para ambas partes. Tener 30 no era tan flirty and thriving.
Lo que más me gusta de las fiestas es compartir, lo que sea: una peli, un disco, un libro, comida, tiempo. Y parece que todo va tan rápido que lo único que quieren las personas que me rodean es drogarse o tomar hasta quedar estúpides. Obvio que, como hablamos antes, el contexto es complejo y no culpo a nadie de querer abstraerse un poco.
Creo que yo soy la desubicada entre todo eso, y así me siento cuando pongo límites y digo que no. Hay algo que perdí estos tres años y es esa capacidad de bancarme mis propias decisiones y dejar de ir con las corrientes. Espero que 2022 sea ese año donde recupere un cachito de esa Cinthia. Definitivamente tengo que soltarme de algunas cosas.
Creo que lo que más aprendí en estos casi dos años de pandemia es a tener paciencia, a entender que todo lleva tiempo. Alguien que quiero mucho me dijo una vez: "La peor gestión es la que aún no empezó" #marxista
Creo que no lo entendí hasta que empecé a hacer cosas que le hacían bien a otras personas. ¿Qué es lo que más me interesa? Sembrar semillas, tirarlas por ahí y que las que tengan que prender lo hagan. Estos mails son como esas semillas: palabras en potencia que podrían despertar o aumentar sentimientos, proyectos, o nada.
Tal vez la resolución de las cosas que me pasan no es necesariamente alejarme, irme o correr. Supongo que convivir con la incomodidad es parte también. Pero es difícil sentirse incómoda.
Como en la temporada pasada, quiero dedicar un ratito a les haters, a les que se toman el tiempo de suscribirse o clickear y leernos. El otro día, en un espacio laboral, una persona con muy poca empatía me empezó a decir qué tenía que hacer cuando estaba intentando procesar un montón de cosas intensas a mi alrededor. Además de pedirle que se calme, le dije que no tenía idea lo que era para mí todo lo que estaba pasando. Porque no importa cuánto me respeten ahora, el fantasma de una Cinthia sin amigues, gorda, sola y depresiva siguedando vueltas.
Si bien sé que ahora soy lo más, en el fondo esa Cinthia siempre va a formar parte de mi historia y la honro mucho haciéndole frente a la gente de mierda que no paró de decirme cómo tenía que ser mi cuerpo, qué tenía que hacer para ser cool y con quiénes me tenía que juntar. Ya no dejo que otres amenacen lo que construyo. Gracias por generarme esta fuerza.
No sé muy bien qué va a pasar con este proyecto -ni tampoco estoy tan segura de que vos lo sepas- pero al menos sé que hay un mundo afuera para nuestra amistad y seguir aportando todo lo que podemos para hacerlo un poquito menos horrible. Gracias amiga.
De: Emilia (@emiruizdeolano)
Pero amiga, ¿por qué no te comprás una mochila nueva? Una totalmente vacía, a la que ya no tengas que sacarle ni arreglarle nada, una a la que le vayas metiendo solo lo que necesites hoy. La mía de todos los días la tenía desde el 2018 así que para mi cumpleaños le pedí a mi vieja que me regale una nueva. Fuimos al shopping y como te imaginarás me probé cada uno de los modelos disponibles en cada local para al final terminar llevandome una cartera. Creo que yo tampoco estoy para soportar tanto peso en mis espaldas.
Sin embargo hay cosas que me pesan bastante. Soy demasiado crítica conmigo misma y a veces releo nuestros mails y siento un poco de vergüenza. No entiendo cómo alguien puede elegir leernos siendo que muchas veces te escribí desde arriba de un taxi, o en ratitos libres entre reunión y reunión. Sé, a la vez, que cuando pasen un par de años y releamos todo esto vamos a recordar con lujo de detalles lo que fue vivir en esta época. Y si escribir es recordar, ¿para qué torcer la memoria con escenas perfectas? Un mail es un mail. No estamos escribiendo un libro, no queremos ganar un Pulitzer. Queremos, en cambio, ser esa soga de la cual agarrarnos cuando sintamos que nos estamos cayendo.
¿Te acordás del 2021? ¿Pasaron cosas buenas? ¿Pasaron cosas feas? ¿Te gustaría una oportunidad para cambiar algunas cosas de lugar y recordar este periodo por motivos diferentes? Bueno, jodete porque se acabó.
Otro 24 en el que no siento nada de nada, o sí, pero todos tan joviales, tan negadores, con tantas expectativas, y yo totalmente desmaravillada y hasta quizás un poco triste porque bueno, a la tarde me colgué mirando cómo se ponía el sol y me agarró una pena horrible, una melancolía muy grande por ese sol que se estaba yendo y todo el mundo con sus lentes sin darle la menor importancia, y encima este celular de mierda sacaba al cielo de cualquier color cuando era de un rosa terrible, un rosa de muerte terriblemente dolorosa y se estaba yendo y ni siquiera en una foto se iba a dejar atrapar. ¿Tengo que festejar porque se esté muriendo otro año?
Creo que odio los balances porque mi vida entera la concibo desde arriba de una balanza. Como buena libriana paso tanto tiempo buscando el equilibrio, que últimamente me pregunto si es que en realidad solo pretendo que de algún modo siempre todo se incline a mi favor. ¿Será eso lo que me genera tanta frustración? No sé. Lo que sí sé es que en algunos mails hablé tanto pero tanto de mi vida privada que en esta última temporada me propuse ejercitar una escritura íntima sin tener que entrar en detalles. Parece imposible pero si una le escapa a los nombres propios, enseguida puede hacer foco en lo importante.
“Composición irregular / Buenos Aires se lee como un mapa de mi corazón”, dice un tema de ese nuevo disco que no puedo parar de escuchar. Son las 8 de la mañana y camino sola por Av. del Libertador casi como despidiéndome de todo, siento que esta ciudad infinita ya no tiene más nada para darme. La lloro pero la amo y al toque me arrepiento de lo que dije y miro rápido hacia los costados esperando que nadie me haya escuchado porque es mentira, todo el tiempo tiene una nueva historia para ofrecer y todo el tiempo quiero más. Todo el tiempo sé que todavía falta más. ¿Estoy en el centro de mi juventud o me estoy aferrando como un Dios a la sensación que me da? “Gucci / Polo / ¡PORQUE QUIERO TODOOOOOOOO!”, dice ese otro tema que tampoco puedo parar de escuchar y que me la sube hasta la estratosfera.
Sigo sin entender cómo es que algunas cosas me siguen doliendo tanto ni por qué sigo intentando tantas otras, mientras Mila me dice que me quede tranquila porque ella ahora tiene llaves de mi casa. Lo que quiso decir es que estuvo escribiendo algo que también le dieron ganas de dibujar otra cosa que también podría ser un resumen de nuestro año si así lo quisiera: un edificio prendiéndose fuego y les amigues sacandonos de ahí. Y me dice que si quiero llorar una tarde está bien, que esto es una montaña rusa y nada es lineal pero que ya no van a dejar que me encierre ni que me hunda por días, que siempre es mejor salir a caminar un rato. ¿Y vos viste todo lo que estamos caminando últimamente, no?
Quizás la conclusión más importante es que si me sacás a dar una vuelta y me sacudís un poquito, al toque recuerdo quién soy y toda la sed de mundo que tengo. Gracias amiga a vos también por estar ahí soñando conmigo cada vez que vuelvo a mi, o cada vez que necesito volver. Gracias por otro año pandemico juntas, que se podría decir que vale por diez años de los normales.